Edición 1113 Tercera Semana de Abril 2025
En algunos textos bíblicos se dice esa sentencia dictada por San Pablo, Saulo de Tarso.
“La purificación debe hacerse con sangre”. La razón según San Pablo, es porque sin derramamiento de sangre no hay “remisión”. “La Remisión o sea el acto de quitar los pecados es la obra que debe realizarse”. O sea que en México y en Morelos, ¿ese derramamiento de sangre que viene de ya varios años atrás y que a la fecha se contabilizan varios cientos de miles de hombres y mujeres es para la purificación de nuestro país y más localmente de nuestro Estado de Morelos?. Y claro, si el fuego purifica todo, en Morelos estamos cada vez más purificados.
Y es que si algo se va a purificar mediante la remisión, es porque ya es o está insoportablemente sucio y contaminado. De ese tamaño era entonces en México y en Morelos el “cochambre” de la vida en los mexicanos y morelenses. ¿O de qué se habla o debe entenderse?.
¿Es muy grande la suciedad mental, emocional y social de algunos morelenses?. Esto al grado de que se hayan tenido que quitarle la vida a tantos cientos de jóvenes, hombres y mujeres, que sin ser jueces, se podría decir que algunos muy “contaminados” por esa mentalidad consumista y deseosos de obtener lujos, riqueza material, placer y codiciado dinero de forma rápida y “facil”.
Si eso es así, entonces se debe entender que las juventudes en algunos casos, fueron influenciadas, desprotegidas, maleducadas y/o simplemente no educadas en principios morales, espirituales, ni éticos. Con esto se pone en entredicho la conciencia civil de hombres y mujeres que en Morelos se dedicaron a crear y recrearse, olvidándose de que tener hijos era una adquisición de deberes, derechos y obligaciones insoslayables. Olvidándose también de que, con ese comportamiento de andar en la francachela, en el baile, la diversión y el vivir la vida loca, en amasiatos a veces indescriptibles por incestuosos. Estaban generando dolorosas experiencias a futuro, pues para resarcir, redimir esa pecaminosa vida tendrían que hacerlo con la sangre de sus mismos hijos.
Muerte de hijos que, por muy inconsciente que sea el ciudadano, e irresponsable padre o madre, la vida, la sangre y la sociedad misma les reclamará, y tratarán de justificar y tratarán de decir, “es que yo le hablé, pero no me hicieron caso”, pero serán excusas vacías, sin sentido y terminarán envejeciendo prematuramente, con una sonrisa falsa como de “aquí no pasó nada”, pero el alma se les comprimirá, amargará y en el silencio de sus mentes, el vacío y el poco caso a la responsabilidad que adquirieron al traer a un ser humano, les reclamará incesante, pues están entregando pésimas cuentas de los dones que les dieron, más les hubiera valido nacer ennucos. Esa purificación mediante la remisión, ese quitar los pecados de la persona que al multiplicarse se torna a una sociedad, haciéndola totalmente enferma emocionalmente, que lo demuestra el hecho de que vive apanicada, se dice indefensa y que hoy reclama seguridad y más seguridad, castigo a los culpables y sanciones más grandes y fuertes a los violadores, ladrones, narcotraficantes de drogas, de sexo, de personas, de órganos, de influencias y en fin la lista es larga, pero a esa lista a castigar incluso con la vida, se le debe agregar a los irresponsables padres, hombres y mujeres que por su muy particular y diferentemente dimensionada forma de ser y de pensar, renunciaron a la vida en pareja, renunciaron a un deber ineludible de criar hombres y mujeres de bien, que pudieran dar una sociedad mejor, y lo que es peor, condenaron a esos niños a crecer sin ejemplos, les arrancaron el derecho a tener un padre y una madre que juntos, vieran por el buen crecimiento de ese ser humano que engendraron, por lo que esos inocentes crecieron sin guías, ni ejemplos buenos a retomar y hoy son fiambres, están presos o andan envenenando y matando a más seres humanos gracias, a que lo que recibieron fueron los perores ejemplos que se dan cada día al por mayor en la calle, volviendo al mejor, en seres diabólicos que lo mismo destazan, balean inmisericordes a otros seres humanos sin saber que con eso están asesinando poco a poco a todos y con una actitud sicópata, que goza con el dolor ajeno, cruel y desenfrenada que nadie sabe cuando y cómo podrá parar.