Edición 1099 Tercera Semana de Diciembre 2024
Obedecer a Dios puede sentirse como un acto de equilibrio entre un espíritu de voluntad y un espíritu de devoción. Considere a Abraham, a quien Dios le dijo: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac… y ofrécelo allí en holocausto” (Gn 22.2). Abraham estaba tan decidido y dedicado a las instrucciones de Dios que construyó un altar, ató a Isaac, y de hecho levantó un cuchillo sobre su hijo. ¿Puede usted imaginar estar tan seguro de los planes de Dios, aun cuando parezcan terribles? Al mismo tiempo, Abraham se mantuvo abierto; en el momento que el ángel del Señor le dijo que se detuviera, él lo hizo.
Como creyentes, nos conviene permanecer enfocados en el llamado del Señor, pero debemos hacerlo con flexibilidad y sensibilidad a su voz. Al escuchar y responder a su Espíritu, podemos estar seguros de que estamos participando en la edificación de su reino en la Tierra, sin importar el camino que Él elija para nosotros. Al final, la meta es aferrarnos a Él, no a los planes mismos.
La oración puede ayudarnos a mantenernos en sintonía con los planes de Dios. Tómese un momento para orar y escuchar la dirección del Señor.