Edición 1090 Primera Semana de Octubre 2024
Luego de vivir en Morelos, sexenios de vileza, latrocinios, corruptelas y ahora los últimos, de salvajismo, crímenes al por mayor o como nunca antes, días y meses chorreantes de sangre, dolor y muerte, la llegada de una mujer como Margarita González Saravia, a la gubernatura del Estado se siente como una brisa refrescante y esperanzadora como nunca antes.
Esta nueva sensación nunca sentida, por lo menos en los últimos 40 años, es como reconfortante hasta para las atribuladas y escépticas almas morelenses que engañadas por tanto sexenio, se dieron a la idea de ya no creer en nada y, de opinar que todos los políticos son iguales de rateros, abusivos, mentirosos y engañadores.
Es claro que al equipo y gabinete de la gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia se unieron elementos que ya en otros tiempos y sexenios, incluso ella misma, se desempeñaron tanto en lo estatal como en lo municipal, dentro del poder ejecutivo y del legislativo, son buenos y no tan buenos elementos, hay algunos excelentes, sin embargo, no hay muchos que se hayan quejado de lo que muchos vieron, que Morelos era y fue saqueado materialmente, que el presupuesto se utilizó y se creyó firmemente era un botín donde era un tonto el que no cogiera algo para él.
Gente de Gobiernos sexenales que se engancharon y se corrompieron, que por miedo o a la fuerza se tuvieron que callar, «sintieron frio», dirían los chavos de hoy. Gente que por institucionalidad o por comodidad, se convirtió en cómplice, pero bueno. Ojalá que esto sea un horrible sueño que la esperanza de hoy en esta mujer que gobierna, pueda hacernos olvidar tanto dolor y sufrimiento, como a la madre aquella que de parto natural o cesárea, parió con dolores un vástago y a los meses ya está otra vez preñada, olvidando todo el dolor, por la ilusión, esperanza y gracia de dar a luz a un nuevo ser, ojalá doña Margarita sea esa posible mujer dadora de vida que, engendre un Morelos nuevo, lleno no solo de esperanza que ya existe, sino de dignidad, progreso y paz.
Ya los dolores, muertes y criminales gobernantes del pasado, que se vayan al olvido o, allá donde la historia les asigne, que se vayan con todos sus compinches y cómplices, con sus familiares y hasta sus asesores, padrinos o alcahuetes, a lo más profundo del «basurero de la historia», del infierno, del averno o de donde deban, pero que a todos los morelenses de buena cabeza y con valores, ya se les dé de la mano de la gobernadora crear y recrear un nuevo Morelos. Quiera dios, así sea.